14 jul 2012

EL BARRACO BTT





El pasado Domingo día 8 Alfredo nos preparó un viajecito por Ávila, por la localidad de el Barraco, en plena Cordillera de Gredos. La zona ya la conocíamos, pues no en vano ya era la segunda vez que realizábamos esta Marcha pero esta vez éramos más los que nos habíamos dado el madrugón para salir desde Polan temprano y poder llegar a la hora de la salida con el tiempo suficiente como para poder tomar el café de rigor.

Alejandro, José, Oscar, Carol, Elena, Alfredo y yo (Antonio) nos dimos el madrugón ese día para disputar la prueba y poder pasear por la zona los que no iban a montar en bici (Carol y Elena) pues también este paraje ofrece multitud de senderos y caminos para poder pasear por ellos.

Nos reunimos cerca de 300 personas a la hora de tomar la salida y como siempre, aunque se avisa de que es una marcha controlada, al ser una prueba que circula casi en su totalidad por senderos muy técnicos, los más preparados están muy nerviosos para poder ocupar las primeras posiciones para poder llevar su propio ritmo, aunque a la larga les va a dar igual, pues es una prueba con competitiva y van a ganar lo mismo que los últimos, eso sí, como siempre digo, el botellín del último siempre está más frío que el del primero, pues ha pasado más tiempo en la cámara frigorífica…., en fin, bromas aparte.



Al poco tiempo de estar dando pedales a Oscar se le rompe el sillín y no pudiéndolo arreglar en el momento y para no parecer la “monja del sketch de martes y trece” decide abandonar y continuar viendo la carrera con Carol y con Elena desde el punto más alto de la prueba, pues aún nos faltaba a nosotros más de 20 km para disputar este segundo tramo.

Alfredo y Alejandro mientras van por la parte de delante, no en vano, continúan haciendo sus kilómetros en A + B (BTT + Carretera) con lo que su forma física a la hora de darle a las bielas es envidiable.

José y yo vamos a nuestro ritmo, disfrutando dentro de lo que podemos de la ruta y haciendo todas las fotos que podemos y que nos permite el recorrido, pues aunque hicimos bastantes, incluso en marcha, no era un terreno fácil donde soltar la mano del manillar y apuntar con la cámara para que te saliesen bien las fotos.

La primera parte de la ruta hasta llegar al avituallamiento era de unos 20km, pero después de coger fuerzas y recuperar líquidos, nos esperaba la segunda parte de la prueba, donde el plato mediano sobraba en la mayor parte del recorrido.



Tras dar una pequeña vuelta por el pueblo un cartel en el suelo nos da “ANIMOS” y para arriba, desde cualquier punto del recorrido “la cuesta” era visible. A José le habíamos engañado diciendo que era como subir la Sierra de Noez, lo que no le habíamos dicho que la tenía que subir cuatro o cinco veces seguidas para compararla.

Se hacía el silencio mientras subíamos y aunque intentaba darle ánimos diciéndole que mirase el paisaje, sólo conseguí que se acordarse de familiares míos directos e indirectos.

La gente se apostaba en las sombras y en los puntos más duros del recorrido para darnos ánimos. Un hombre nos dijo que no si ya no habíamos cambiado de piñón que no lo hiciéramos, que ahora venía un tramo con hormigón y era el tramo con mayor pendiente, pero yo miré mi desarrollo y le dije que como no le pidiese la bicicleta al afilador, ya no me quedaban piñones para desarrollar.  Allí nos encontramos a Oscar, que había subido hasta ese punto sin sillín para darnos ánimos, tirando todo el tiempo de brazos y también al poco tiempo nos encontramos a Carol y a Elena.



Superado este fuerte tramo, sólo nos quedaba un pequeño repecho hasta el segundo avituallamiento, en lo alto del puerto, donde el zumito fresquito y las bonitas vistas nos esperaban.

Tras tomar un poco de aliento, nos abrochamos bien las cremalleras y nos disponemos a descender, pues si fuerte era el ascenso, no menos fuerte era el descenso. Los primero tramos tenían una inclinación muy fuerte, sólo me acordaba de lo que estaría disfrutando Alfredo con estos saltos, botes, rebotes, derrapes…….., vamos como un niño, mientras a mi me dolían los antebrazos y los dedos de la mano de apretar los frenos y de soportar el bacheteo.

Tras un rápido y controlado descenso enseguida nos presentamos en la línea de meta, una duchita y a disfrutar del pueblo. Nos quedamos allí a comer y a disfrutar de esas famosas carnes de Ávila.



Es una ruta que aunque yo ya la haya hecho dos veces, hay que volver a repetirla, pues montar en bici por la zona de Gredos es una pasada.

Como siempre.
Hasta la próxima.
ALEJANDRO, JOSE, ALFREDO, OSCAR, CAROL, ELENA Y ANTONIO